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Mañana: Conversación con ángel (Tercera parte)

  • cryztal2
  • 17 nov 2008
  • 2 Min. de lectura

Habían pasado años desde la primera vez que la vi, es mas no la recordaba hasta aquella noche que se me presento de vuelta. Si no recuerdo mal creo que tenía 16 años en ese momento. A mi padre jamás lo conocí, el dejo a mi madre al enterarse que ella estaba embarazada y ella falleció cuando yo tenia 8 años en un accidente de transito. En ese momento la hermana de mi madre me llevo a vivir con ella. Era una mujer bastante estricta sin embargo mi tío…Dejaba mucho que desear, era vago, borracho, recuerdo que se escapaba por las noches y volvía justo antes de que mi tía despertara.

Ellos habían tenido una hija que era tres años mayor que yo pero para mi desgracia ella estaba en el mismo auto que mi madre el día que falleció. Todavía puedo escuchar a mi tía gritándome si por error se me caía un vaso de las manos “Eres una irresponsable, no puedes hacer nada, eres igual a tu madre, deberías tener mas cuidado con lo que haces o terminaras como ella y no solo te lastimaras a ti si no a otras personas tal y como lo hizo ella, si no fuera por ella mi hija estaría aquí y no tu”… Si, mi madre era la gran culpable de todo y se encargaba de recordármelo siempre, decía que me miraba y no podía evitar recordarla y pensar en su hija. Al parecer ese día fue el que desmorono toda la familia pues mi tío había empezado a tomar y descarrilarse cuando eso sucedió. A veces me llamaba por su nombre, me traía regalos el día de su cumpleaños y si mi tía lo llegaba a escuchar a lo veía confundiéndome con ella terminaban discutiendo arduamente hasta que ella lo echaba y el se iba para volver a la mañana siguiente. Ninguno de los dos había podido aceptar la muerte de su hija, no imagino como se deberían haber sentido, debe ser lo mas duro en la vida perder un hijo pero tampoco puedo evitar reclamar que se olvidaban continuamente que ese mismo día yo perdí a mi madre y mi única familia de verdad. A veces parecería que estamos tan inmersos en nuestras propias penas, en nuestro propio sufrimiento que nos olvidamos de los demás y actuamos de maneras tan injustas, egoístas y lastimamos sin siquiera intentarlo. Pero esto no es más que el principio de la historia y todavía queda lo más importante. A todo esto ahora que lo pienso estoy aquí contándoles todo esto y aun ni siquiera les he dicho como me llamo, Creo que ya es tiempo de que me presente, mi nombre es Amaia Quinteros.

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