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Ayer: “Entre el cielo y la tierra” Parte 3

  • cryztal2
  • 28 ene 2012
  • 3 Min. de lectura

Y fue una vida extraña aquella en la que cambiamos los libros por la música. Yo cantaba en una banda, hacíamos covers de los éxitos del momento, en un pequeño bar que había en el centro de la ciudad. Todos los viernes ella solía sentarse siempre en la misma mesa con la misma amiga, yo solía mirarla, ella adoraba la música y yo adoraba verla moverse al compas de la música mientras cantaba se desataba como jamás la había visto, creo que esa noche yo había bebido de mas, solíamos hacerlo antes de tocar pero me abre excedido esa vez lo admito, ella estaba bailando y de su cuerpo parecía desprenderse una ola de fuego, en el coro de la canción le cedí el micrófono a uno de mis compañeros baje del escenario y me le acerque.

Me puse a bailar a su lado y supongo que ella también había bebido de mas porque no le molesto y cada vez me fui acercando mas y mas a ella, la empecé a acorralar contra una pared y mientras más me acercaba, le iba susurrando la canción en su oído y corriéndome hasta acercar mis labios a los suyos, creo que la bese con tanta pasión esa noche como no recuerdo haber besado a nadie, éramos dos locos apasionados cediendo al compas de la música cada vez mas y mas, descontrolados, emocionados, desesperados, completamente excitados, esa fue una vida para no olvidar, como nos conocimos la vivimos y como la vivimos la terminamos.

Esa noche nos besamos hasta agotar nuestras ganas, la tome de la mano y la saque de allí, nos subimos en mi moto sin pronunciar una sola palabra, ella se aferro tan fuerte a mí que podía sentir todo su cuerpo en mis espalda, acelere y nos fuimos sin rumbo. Ella dejaba que el viento golpe su cara y lo disfrutaba y mientras más aceleraba ella mas se emocionaba, terminamos en mi departamento no sé en qué momento pero así lo hicimos. Recuerdo que me desperté temprano y ella aun dormía, por primera vez no me levante de la cama, la desperté y me vestí rápido con la excusa de que me tenía que ir como lo había hecho con cada una antes de ella en esa vida si no que me quede ahí recostado a su lado observándola dormir, ella se estiro, se desperezo, acomodo su cabeza contra la almohada de costado y abrió sus grandes ojos café y me miro:

-¡Buen día!

-¡Buen día! – le sonríe y ella me devolvió la sonrisa-¿Dormiste bien?

-¡Muy bien!¿Llevas tiempo despierto observándome?

-No, solo un ratito y perdón pero no podía evitar observarte, eres hermosa cuando duermes.

-¡Gracias!, tu también te ves bien cuando recién te despiertas

-¿Te estás burlando de mi aspecto excéntrico a estas horas de la mañana-y ella lanzo un carcajada

-No, solo hablo con el corazón

-Eres mala- y comencé a hacerle cosquillas – sabia que tu maldad no era efecto de alcohol – y ella comenzó a reírse y retorcerse mientras seguía haciéndole cosquillas, hasta que pare al verla cansada, la mire a los ojos y la bese, creo que ese día ni siquiera nos levantamos de la cama.

Parece que aunque no recordamos de alguna manera nos reconocemos porque aunque esa ves apenas la conocía se sentía como si hubiéramos estado juntos toda una vida.


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